La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve controversias e incógnitas sobre cómo se propagan los patógenos respiratorios entre los huéspedes. Tradicionalmente, se pensaba que los patógenos respiratorios se propagan entre las personas a través de grandes gotitas producidas en la tos y por contacto con superficies contaminadas (fómites).
La coexistencia de esta enfermedad pulmonar crónica con el COVID-19 se ha relacionado con un peor pronóstico para los pacientes afectados, conforme a estudios publicados en Nature y The Lancet.
Las pacientes con EPOC necesitan controlar eficazmente su estado de salud a diario, como controlar los síntomas de la EPOC, modificar los factores de riesgo y colaborar con un equipo de atención multidisciplinario para intervenciones oportunas.
Los investigadores han encontrado una asociación negativa entre la EPOC y los inhibidores de la bomba de protones a través de un enfoque de análisis de simetría de secuencia familiar utilizado para encontrar asociaciones entre la EPOC y la enfermedad por reflujo gastroesofágico.
La enfermedad pulmonar obstructiva requiere siempre un tratamiento de rehabilitación porque, al ser crónica, requiere un plan combinado de ejercicios, nutrición y técnicas de respiración.