Nuestra asesora psico-social, la Dra. Gema Pérez, nos explica la relación entre la resiliencia y la EPOC, teniendo en cuenta que el concepto de la resiliencia últimamente está muy de moda. Si bien es cierto que se viene estudiando desde la segunda mitad del Siglo XX.
La Real Academia de la Lengua Española ha incluido la resiliencia en su diccionario como la “capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”. El concepto está muy relacionado con la capacidad de recuperación ante crisis emocionales. Promueve la extinción del miedo y la inoculación del estrés, desarrollando pensamientos alternativos positivos y superando temores.
La Dra. Pérez nos aportará más explicaciones en su participación del dia 1 de Octubre, parte del ciclo de eventos virtuales que hemos organizado para toda la comunidad respiratoria, con la intención de ayudar a los pacientes con EPOC a convivir con el Coronavirus.
Resiliencia y EPOC
La mayor parte de los estudios realizados sobre personas con enfermedades agudas o crónicas se han centrado especialmente en la detección de los factores de riesgo, así como sobre las consecuencias negativas de las mismas y, en lo referente al estudio de las personas afectadas por la Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), esto no ha sido una excepción. Se han identificado alteraciones a nivel físico, psicológico y social, por ejemplo, se ha evidenciado el fuerte impacto sobre la calidad de vida, así como la presencia de sintomatología depresiva y ansiosa entre otras. Concretamente, se ha encontrado que la presencia de depresión clínica o subclínica puede aumentar el riesgo de empeorar el estado físico y/o mental de la persona, incrementar el riesgo de mortalidad, así como de hospitalizaciones de repetición. Por su parte, se ha mostrado cómo la ansiedad puede aumentar también las hospitalizaciones, así como las consultas médicas.
No obstante, el tratamiento a largo plazo y el autocuidado son críticos para el manejo de una enfermedad crónica y el esfuerzo personal del individuo presenta un papel particularmente relevante para conseguir que mejore su calidad de vida y se fomente una adaptación positiva. Estos objetivos están relacionados con un cambio de paradigma, orientado a las fortalezas de la persona con la enfermedad.
Sin embargo, poco se ha estudiado respecto a los posibles factores protectores que actúen como fortalezas personales e interpersonales, que ayuden a la persona a enfrentarse a las adversidades derivadas de la enfermedad a corto, medio o largo plazo. Además, existe suficiente evidencia científica que demuestra que lo más adecuado, y preciso, es hablar de personas con enfermedades y no de enfermedades de forma genérica ya que estas afectan a cada uno de forma diferente, no sólo en cuanto a los síntomas, sino también en lo que respecta a la evolución y pronóstico. Y en el caso de la EPOC también se demostrado, siendo esos factores protectores los que pueden explicarlo.
Existen diversas fortalezas psicológicas, una de ellas es la resiliencia. La resiliencia es uno de los constructos que ha comenzado a mostrarse relevante para entender cómo afrontan las personas adversidades, incluidas enfermedades crónicas como la EPOC. Se trata de un fenómeno multidimensional que implica la interacción dinámica entre factores internos, pero también externos y adquiridos a través de las experiencias vividas, que ayuda a reducir las emociones negativas y favorece la aceptación y adaptación.
El momento del diagnóstico de la enfermedad puede ser considerado un evento vital estresante, donde la resiliencia puede tener un papel importante en la motivación de la persona para permanecer mentalmente saludable, fomentando comportamientos, pensamientos y emociones que faciliten afrontar las consecuencias de la enfermedad. No obstante, se ha investigado poco en el contexto concreto de la EPOC. Aunque, en los estudios realizados se encuentra una relación negativa entre resiliencia y ansiedad y depresión en estas personas. Además, se ha sugerido la resiliencia como factor que determina la capacidad de la persona para manejar la enfermedad.
Por todo ello, parece que la resiliencia podría ser un factor clave a tener en cuenta, no sólo en la evaluación de la persona tras el diagnóstico, sino también de cara al desarrollo e implementación de programas de intervención que promuevan esa mayor aceptación y calidad de vida.
Gema Pérez Rojo, Doctora en Psicología, Profesora titular del área de personalidad, evaluación y tratamiento psicológico de la Universidad CEU San Pablo.