La prevalencia de la depresión en pacientes crónicos es alta y está infradiagnosticada. Este problema condiciona gravemente la calidad de vida, incrementa las hospitalizaciones e, incluso, la mortalidad. Según la Plataforma de Organización de Pacientes (POP), en torno al 70 % de las personas con enfermedad crónica experimentan síntomas depresivos como cansancio, tristeza o apatía.
Los resultados del ‘Estudio sobre el impacto emocional de la enfermedad crónica‘ resaltan que el estado de avance de la enfermedad es lo que más se asocia a la intensidad del impacto, pero también influyen factores personales, como el género o el hecho de vivir solo. Cabe recordar que el porcentaje de mujeres que participan en los estudios clínicos sigue siendo bajo, aspecto importante para conocer la realidad.
Si bien es cierto que en la depresión Influye notablemente la composición genética, también se aprecia un impacto más o menos relevante en función de las relaciones humanas. Las relaciones personales influyen de manera positiva en nuestra salud mental y física.
Diferentes estudios apuntan quienes tienen unas buenas relaciones personales sufren menos depresión y presentan mayor autoestima. Otro de sus beneficios es que ayudan a fortalecer el sistema inmunológico, reduciendo el impacto de determinadas enfermedades y llegando a alargar la esperanza de vida.
Lo que más frecuentemente han experimentado los pacientes crónicos son sentimientos y experiencias relacionadas con el mayor aislamiento: salir menos de casa y disminuir el contacto con amigos. A esto se añade la incomprensión de las personas del entorno, “especialmente cuando los síntomas de la enfermedad o sus consecuencias no resultan obvios a quienes nos rodean”. Es decir, en líneas generales se aprecia un importante impacto que tienen las enfermedades crónicas sobre la sociabilidad.
Según el informe, las personas casadas refieren un impacto emocional más atenuado, mientras que entre las solteras y viudas ocurre lo contrario. Quizás por el mismo motivo, tener hijos también atenúa dicho impacto, sensiblemente menor que entre quienes no tienen descendencia.
En cuanto a edad, cabe pensar que a mayor edad existiría mayor posibilidad de depresión, como sucede en la población general. Pero esto no coincide con las enfermedades crónicas como la EPOC. Los pacientes más jóvenes con EPOC tienen mayor probabilidad de desarrollar depresión. De ahí que junto con la influencia del género, la edad debería ser un factor investigado más en profundidad.
De hecho, los aspectos predictores eran una edad más joven, mayor nivel de estudios y falta de apoyo domiciliario. El estudio concluye que un 36 % de pacientes con EPOC estable tienen comorbilidad psiquiátrica, pero en el 76 % de los casos se desconocía dicho diagnóstico. Presentan un trastorno de ansiedad pura el 19 %, depresión aislada el 9,8 % y un trastorno mixto de ansiedad y depresión el 7,3 % de los pacientes.
La depresión es una comorbilidad frecuente en los pacientes con EPOC y, a diferencia de otras comorbilidades, como las cardiovasculares, es poco tenida en cuenta.
Sirva de ejemplo el estudio DEPREPOC (Depression in Chronic Obstructive Pulmonary Disease). Sus autores encontraron una prevalencia de algún grado de depresión en el 74,6 % de los 836 pacientes incluidos en la investigación. De ellos, el 51,5 % tendrían depresión en grados moderado o severo.
Desde APEPOC animamos a nuestros pacientes a tener en cuenta que la depresión es un periodo temporal y no permanente. También es importante vivir el presente y enfocar la atención en buscar estrategias adecuadas para superarla. En este sentido, recordamos que superar un episodio depresivo requiere orientación médica especializada y apoyo por parte del entorno afectivo y familiar de la persona afectada.
Depresión y falta de relaciones humanas | Consumer