A veces, la sociedad necesita de la aparición de un referente para dar visibilidad a los problemas que la atenazan y que de otra manera permanecerían ocultos. Carlos San Juan es un buen ejemplo. Este urólogo jubilado de 78 años alzó la voz para denunciar el maltrato que, a su juicio, padecen las personas mayores por parte de la banca, que ha primado en los últimos tiempos la comunicación digital con sus clientes en detrimento de la personal, lo que supone un claro perjuicio para este colectivo que, por su edad, cuenta con menos habilidades digitales.
Siguiendo con el símil, quizás sería necesario que surgiera otro Carlos San Juan para denunciar el mismo problema que se replica, como un virus, en el ámbito de la sanidad pública. Los mayores denuncian que cada vez lo tienen más difícil para que les atiendan, y eso les genera una sensación de abandono e indefensión.
María Fernández, de 78 años, lo padece casi a diario. Hace tres años y medio sufrió un ictus que la dejó dos meses paralizada en una silla de ruedas. En la actualidad, “a fuerza de constancia y sacrificio”, explica a La Vanguardia, goza de algo más de autonomía, aunque continúa padeciendo “muchas limitaciones”. Necesita de una muleta para desplazarse porque camina “con mucha dificultad”: “Ni tan siquiera me puedo poner unos calcetines”.Cuenta que no tiene acceso a rehabilitación –“en el hospital me dicen que no hay rehabilitador, que ahora no estoy tan mal”- y que gran parte de la atención que recibe proviene de la asociación Avece-Ictus (Associació Catalana de persones amb Accident Vascular Cerebral). “No hace mucho estuve, gracias a ellos, en el Hospital de la Esperanza y me hicieron una vista de dos horas y media, realizando también ejercicios de rehabilitación”.
Es por todo ello que asegura sentirse “abandonada por la sanidad pública”, percepción que se acrecenta por las dificultades que tiene para contactar con su centro de salud. “Es agobiante. Llamo al CAP de Montclar, en Sant Boi de Llobregat, y no me cogen el teléfono nunca. Esperas y esperas y no te lo cogen, pero sigues esperando… y si consigues que descuelguen en algún momento, te dan otro número al que llamar. Al final te cansas, a lo mejor te estás una hora o dos”.
Explica que un día que se lo cogieron, pudo hablar con un médico. “‘¿Cómo estás?’, me preguntó. 'Tengo dolor', le dije. Me dolía el costado izquierdo, tengo los bronquios mal y a veces me ahogo. ‘¿Pero tienes fiebre? Si tienes, ves al hospital. Si no, tómate un paracetamol o llama al 061’, me respondió. Pero al 061 ya no llamo porque sé que no vendrán. En este aspecto estoy muy agobiada”.
Algunas personas, cuenta Fernando Uceta, coordinador en Catalunya de APEPOC (Asociación de Pacientes con EPOC), sí que llaman al 061, “lo que ocurre es que, en la práctica, se lavan un poco las manos. Ellos se centran en las emergencias”. “Te dicen, ‘tómese un Nolotil’, y no profundizan mucho”, asevera.
Uceta comparte con María la dificultad para entrar en comunicación con los CAP –“tienes que hacer hasta 4 o 5 intentos y al final, cuando te descuelgan, te dicen que ya te llamará el médico”- y subraya lo complicado que es para este sector de la población desenvolverse con los dispositivos móviles: “Son personas muy mayores y no están por la labor de las apps ni nada por el estilo, no tienen las destrezas digitales para hacerlo. En el caso de los enfermos de EPOC, que es el colectivo que yo conozco [también padece la patología], tampoco ayuda el ánimo que arrastras por la enfermedad”
Subraya que el médico no cubre sólo “la parte científica”, está también “la componente humana, que es muy importante”. “El doctor, en la visita, te calma, te dice cuál puede ser el siguiente paso… Además, si lo necesitas, te escribe en un papel lo que tienes que hacer. Por teléfono te lo pueden decir, pero a los dos minutos las personas mayores ya se han olvidado”.
Aunque se muestra un firme defensor de la asistencia presencial –“al menos de manera alternativa, una visita física y otra telefónica”-, pide la creación de una línea de teléfono específica para los mayores vulnerables de más de 65 años, “una especie de 061, pero sólo para ellos”.
Esta es una de las reclamaciones que el Foro Español de Pacientes hizo llegar a la ministra de Sanidad, Carolina Darias, en una carta remitida a finales de enero y que se ha traducido en una primera reunión entre miembros de la entidad y representantes del Ministerio. “Se mostraron receptivos y nos emplazaron a un segundo encuentro, que no tiene fecha”, arguye Andoni Lorenzo, presidente de la entidad.
También pretenden mantener reuniones con los diferentes grupos parlamentarios que conforman el Congreso de los Diputados. De momento, ya se han reunido con el grupo del Partido Popular, y su intención es verse con el resto de representantes del arco parlamentario.
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