El aire que las personas respiran, y el nivel de contaminación que contiene, podrían hacer una diferencia en sus resultados cuando se infectan con la COVID-19, encuentra un estudio reciente.
Investigadores encontraron que vivir en áreas más contaminadas (por ejemplo, cerca de las salidas de las aguas negras y cerca de un tráfico pesado) se vinculaba con unas mayores probabilidades de ser admitido a la unidad de cuidados intensivos (UCI) y más probabilidades de necesitar ventilación mecánica tras una infección con el SARS-CoV-2.
"La principal conclusión es que vivir en un vecindario más contaminado es un factor de riesgo independiente de la gravedad de la enfermedad con la COVID-19", señaló la autora del estudio, la Dra. Anita Shallal, del Hospital Henry Ford, en Detroit. Según la Asociación Americana del Pulmón (American Lung Association), Detroit es la decimosegunda ciudad más contaminada en Estados Unidos, según se mide mediante la contaminación de partículas finas a lo largo del año.
Como con frecuencia las poblaciones con bajos ingresos y minoritarias viven en áreas más contaminadas, el estudio también "llama la atención a las desigualdades sistémicas que podrían haber conducido a las marcadas diferencias en los resultados con la COVID-19 según la raza y la etnia", advirtió Shallal. "Es más probable que las comunidades de color estén localizadas en áreas más cercanas a la contaminación industrial, y que trabajen en empresas que las expongan a la contaminación del aire".
La nueva investigación se presentará el jueves durante la reunión anual en línea del Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas.
El Dr. Theodore Maniatis, director médico del Hospital de la Universidad de Staten Island, en la ciudad de Nueva York, afirmó que los hallazgos "tienen todo el sentido". Dijo que los pulmones funcionan en un "delicado equilibrio" que se ve fácilmente afectado por el aire contaminado. Cualquier cosa que afecte a este equilibrio "probablemente aumente el riesgo de infecciones pulmonares y reduzca la capacidad de los pulmones de eliminar este tipo de infecciones", aseguró Maniatis, que no participó en el nuevo estudio.
En el estudio, el equipo de Shallal recolectó datos sobre el lugar de residencia de los participantes, además de datos de la Agencia de Protección Ambiental y otras fuentes sobre los niveles locales de contaminantes, entre ellos la PM2.5, el ozono y la pintura de plomo. Utilizaron estos datos para explorar las asociaciones entre los resultados con la COVID y la exposición a una variedad de contaminantes.
Los resultados: los pacientes con COVID-19 que vivían en áreas con unos niveles más altos de PM2.5 y pintura de plomo tenían más probabilidades de requerir ventilación mecánica y ser admitidos a la UCI, en comparación con los que vivían en unos vecindarios menos contaminados.
De hecho, cada pequeño aumento en la exposición a la PM2.5 a largo plazo se asoció con un aumento de más del triple en las probabilidades de tener que recibir ventilación mecánica, y el doble (...)
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